El señor de la frontera

La misión desesperada de una dama

Las frondosas colinas de Escocia se extendían ante Lady Miriam MacDonald, brillante diplomática de la corte de la Reina Anne. Había venido en busca de paz entre los escoceses y los ingleses y había ganado la admiración de dos hombres especiales. El bondadoso, torpe terrateniente del castillo de Kildalton se convirtió en su amigo de confianza. Pero el Lord de la Frontera, una leyenda deslumbrante vestida en tartán pero disfrazada de negro en la medianoche, le tomó en sus brazos y tomó su inocencia.

 El juramento irrompible de un Conde.

Toda una vida de angustia yacía detrás de este disfraz de Duncan Kerr, terrateniente de Kildalton de nacimiento, Lord de la Frontera por elección. Si la embajadora de la Reina lograra desenmascararle, perdería el premio que estimaba más que nada. Su intención había sido seducir y comprometerla, no amar y desearla.

Una pasión que decidió su destino

Durante el día, Miriam luchaba para establecer la paz en el reino, de noche se entregaba a placeres prohibidas con el misterioso Lord de la Frontera. Solo él sabía la verdad, tan imprecisa como las neblinas en las colinas: si amaba el alma apasionada de ella, o la promesa de paz que traía a su estimada patria.